Wukong, baizuo y por qué la moral es la nueva religión laica
China se está convirtiendo en el país, qué digo, la civilización más poderosa de la Tierra. Su baizuo y su Wukong son buenas noticias para quienes ya se adscriben a la ultraderecha y el facherío.
En estos días por China, he redescubierto un neologismo político que cada vez tiene más tirada por estos lares: baizuo. Alude sarcásticamente a hacia aquellos cuyas opiniones políticas son guiadas por el sentimentalismo, o por un alarde hipócrita de altruismo y empatía, y se usa para degradar a quienes apoyan el bienestar animal, el ambientalismo, la igualdad corporal, la igualdad racial, el LGBT, el feminismo, el vegetarianismo y la inmigración.
Es decir, estamos ante un sinónimo de woke nacido en la sinoesfera, pero con muchos más adeptos: la izquierda política occidental, en especial a los activistas sociales con tendencias de izquierda o progresistas, pues la mayor parte de los chinos rechazan esta nueva izquierda caviar, pijoprogre, arrogante e ignorante que tan poco se parece ya la izquierda de los trabajadores. Según la politóloga Zhang Chenchen, ciudadanos obesionados con la corrección política que son "incapaces de aproximarse de forma pragmática a los problemas reales de la gente del mundo".
El término se documentó por primera vez en la red social Renren, en un artículo de 2010 publicado con el título de «La pseudo-moralidad de la izquierda occidental y el patriotismo científico chino». Se popularizó en el internet chino a raíz de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, donde internautas chinos se referían como «baizuo» a Hillary Clinton y especialmente a los votantes del Partido Demócrata de Estados Unidos.
Uno solo sabe que hace el bien si es omnisciente
Sentirse superior moralmente, es decir, creer de forma taxativa que uno hace el bien, el bien de verdad, y el resto, quienes no piensan y actúan de la misma manera, hacen el mal, es mucho más peligroso que hacer el mal. Las buenas personas, las que se describen como tal como contraposición de las malas personas, siempre serán el enemigo a abatir. El clásico “líbrame de las aguas mansas, que de las bravas me libro yo”. Detrás de todo gesto amable, empático y cariñoso puede haber un verdadero malnacido con aquellos que no merecen su consideración.
Esta ambivalencia moral acostumbra a ser más aguda en una persona que se considera buena o ha adoptado los códigos vigentes para parecer buena persona porque solo uno puede amar tanto al prójimo como odiando al que no lo hace.
A este respecto, resulta muy pertinente un nuevo estudio en el que se sugiere que las personas de derecha muestran más comprensión hacia las personas de izquierda que viceversa. Esto significa que los conservadores tienden a entender y sentir más compasión por el bando contrario. La diferencia se mantuvo a pesar de los cambios en el gobierno de Estados Unidos y no se explicó por percepciones de poder político. Estos resultados se alinean con los de otro estudio, donde los demócratas estadounidenses parecen significativamente más intolerantes hacia el exogrupo que los republicanos o los independientes.
Se ignora la razón. Podría ser que, como hemos dicho, un bando se haya creído demasiado el relato de que es superior moralmente que el otro, ya sea porque es el relato hegemónico o por otras razones. Otra posible explicación es que muchas personas se vuelven más conservadoras con la edad, lo que les permite recordar sus propias experiencias como progresistas y ver a los izquierdistas como ingenuos. Por otro lado, los liberales, que no han sido conservadores, pueden ver a los derechistas como simplemente malintencionados.
Otra hipótesis: a medida que nos alejamos de la producción primaria (como la agricultura y la minería), la economía se vuelve más compleja y menos tangible. Esto crea ideales que no siempre son verdaderos, pero que prosperan gracias al lujo artificial de las capas superiores de la economía, esto es, se pasa del consumo conspicuo a la cognición y moral conspicuas: me puedo permitir tener ideas muy costosas y poco realistas porque tengo dinero y estatus. La izquierda caviar, así, compraría una idea woke por el mismo motivo que un millonario de rancio abolengo adquiría un Porsche.
Desde 1971, estos ideales se han acelerado porque el dinero ya no está vinculado a un bien físico raro. Al perder esa conexión, las capas superiores de la sociedad y la economía, al estar desconectadas de la realidad física, dieron lugar a muchos ideales artificiales que muchas minorías adoptaron. Ideas absurdas, tóxicas, contraproducentes y erróneas, a la altura espistémica del terraplanismo.
Todas estas hipótesis podrían ser verdad y estar, a su vez, retroalimentadas por otra fuerza subterránea: el conficto de visiones al que aludía Thomas Sowell: la política de la izquierda se rige mayormente por la justicia (quien discrepa, es mala persona); la política de la derecha se rige mayormente por lo que funciona (quien discrepa es que todavía no lo entiende). Además, las ideas en las que se sustenta el wokismo son extremadamente simples e intuitivas: todo el mundo entiende el deseo de justicia, el núcleo empático que impulsa a socialista caviar. Sin embargo, lo que impulsa a la derecha es a menudo más difícil de articular, y semeja frío, desconsiderado, egoísta.
Dicho de otro modo. Greta Thunberg.
Como expone ácidamente Alberto Olmos, Thunberg ha tenido que reinventarse ya en varias ocasiones porque la justicia climática ya está de capa caída:
El 5 de julio, sus más de cinco millones de seguidores en X vieron que se solidarizaba con algo en Camboya. El 19 del mismo mes, se iba a un pueblo de Francia donde van a hacer una presa maligna o algo por el estilo. El 26 de julio, la necesitaban en Pakistán, donde no sé qué pasa, pero ella sí lo sabe. “El mundo sabe lo que pasa en Bangladesh”, retuiteaba ese mismo día (un día atareado en la casa de Greta), en relación a estudiantes bangladesíes y a sus cartelitos hechos con cartones. El 2 de agosto, el Congo recibió su apoyo: Greta “exigía” la cancelación de acuerdos con unas empresas que son muy malas personas. El 16 y el 23 de agosto se juntaba con diez amigos en una plaza de su pueblo y se hacía fotos con tres eslóganes pintados en sábanas. El 6 de septiembre hizo lo mismo. Lo llama Fridays for future, y lleva 315 viernes que se parecen todos un montón.
Thunberg es una profunda ignorante acerca de todo lo que dice, pero es buena persona. Con eso basta. “Por eso, ahora está mandando su currículum a todas las causas del planeta donde te aceptan en prácticas. Greta es la Marisol de la hidrosfera, de la criosfera, de la litosfera y de la biosfera. Es una Marisol ozónica.”
Dicho de otro modo.
Se considera que ser empático con los animales te posiciona como moralmente superior. Pero no tiene gran mérito empatizar con un gato de Shrek de ojos adorables en vez de un parásito intestinal. Es más meritorio empatizar con los que tildas con desprecio de ultraderecha, fachapobres, señoros, negacionistas o cryptobros.
Abrir un catcafé o aplaudir la inmigración ilegal desde una atalaya moral no es muy diferente a instaurar un campo de concentración nazi: moral selectiva, la aviesa maldad que se esconde tras la empatía de esas familias franquistas que invitaban a un pobre en su mesa el día de Navidad.
Mutatis mutandis, ser empático con los empresarios, los emprendedores o los grandes tenedores de pisos no es meritorio desde determinada cosmovisión de justicia social. Lo meritorio es empatizar con socialistas y comunistas, charos de pelo morado y lesbianas misándricas, pijoprogres y ecologistas hippies, solteras cuarentonas con gatos y tietas independentistas.
Wukong
Recientemente, el videojuego Black Myth: Wukong ha estado en el centro de una controversia debido a su negativa a pagar 7 millones de dólares a la consultora Sweet Baby Inc. para hacer el juego más inclusivo, plegándose las, por otro lado contraproducentes, políticas DEI.
Según diversos informes, esta decisión ha llevado a una campaña de críticas negativas por parte de algunos medios occidentales. La desarrolladora Game Science ha sido acusada de rechazar la “corrección política” y la diversidad forzada, lo que ha generado un debate sobre la inclusión en los videojuegos.
Debido a este rechazo, las críticas del videojuego fueron negativas incluso antes de que se publicara. Sin embargo, una vez salió a la luz, el público pudo comprobar que estaba ante uno de los productos más cuidados, espectaculares y emocionantes de los últimos años. No en vano, ha roto diversos récords. Desde su lanzamiento el 20 de agosto de 2024, ha generado más de 850 millones de dólares en ingresos brutos en Steam. Además, lcanzó 10 millones de copias vendidas en todas las plataformas en solo tres días, superando a títulos como Elden Ring y Hogwarts Legacy en el mismo período. En Steam, también ayudó a establecer un nuevo récord de 37 millones de usuarios concurrentes.
China se está convirtiendo en el país, qué digo, la civilización más poderosa de la Tierra. Su baizuo y su Wukong son buenas noticias para quienes ya se adscriben a la ultraderecha y el facherío no ya por convicción, sino por hartazgo, por no parecer una buena persona incapaz de entender a las malas personas (o solo es capaz de entender a las malas personas de determinado sexo, procedencia o color de piel).
Es necesario que ser buena persona, como Thunberg, pase de moda, se considere tan hortera como los pantalones de campana y las hombreras (hasta que vuelvan). Crucemos los dedos para que estos nuevos ricos de la sinosfera no acaben transitando por nuestros mismos errores el día en que se avergüencen de su opulencia, como los esos casposos burgueses y franquistas que invitaban a cenar a un pobre el día de Navidad.
Más que ideologías o moral deberíamos empezar a llamarlo moda y ya, o estética, o estrategias reproductivas, y cosas así. Nos casamos con una moral o ideología como forma de presentarnos (vendernos) al mundo.
Afortunadamente lo woke está pasando de moda, y esperemos que con ello pasen también los trump y la pandilla de retrasados mentales de la reacción opuesta.
Por ahí encontramos unos años de vivir sin reglas que nos digan con quien empatizar y con quien no y hasta nos gusta.
En un artículo a comienzo de semana hablaba de ello desde la perspectiva de género, y como dividir la humanidad en grupos para seleccionar nuestras empatias y antipatias es la raiz de toda destruccion mutua y barbarie.
Bue, poco a poco, en unos miles de años más lo conseguimos, no hay prisa, mientras nadie le de al boton de a tomar por culo y saltemos todas por los aires la cosa no va tan mal.
Gran artículo Sergio. En un futuro abordaré temas parecidos. Es muy interesante leer a autores como Haidt o Pablo Malo cuando hablan sobre estos temas. Justamente, se utiliza la moral como corrección ideológica. El mayor exponente es el wokismo, un movimiento que hunde sus raíces filosóficas en el postmarxismo, la Teoría crítica y el posmodernismo. Un movimiento que fue claramente orquestado por autores como Laclau y Mouffe, que se propagó por los centros universitarios estadounidenses y que ahora campa a sus anchas con todas las incoherencias que presenciamos. Y su propagación parte justamente de ese carácter conspicuo del que hablaba Veblen entre las élites. Y tiene dificil solución cuando dado que la gente tiene creencias preferidas, consumen ideas si el coste de su irracionalidad es bajo en comparación con el beneficio psicologico de mantener su propia visión del mundo.