Si viajas a París, no preguntes dónde está Notre Dame
Todos, en mayor o menor medida, sufrimos una forma de presbicia cultural.
Muchos albergamos una idea romántica del viaje: llegar a un lugar como quien desembarca puro y sin contaminar, y dejarnos llevar por la sabiduría ancestral de sus habitantes, todos ellos presuntos cicerones dispuestos a revelarnos los secretos mejor guardados de su tierra. Pero basta con detenernos un momento en los estudios sobre percepción y transmisi…
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