Si trabajas por dinero que tu trabajo sea algorítmico, no heurístico
A algunas personas les gusta trabajar en lo suyo. A otras, no. Incentivar a los primeros con dinero es una mala idea. Debemos incentivar a los segundos.
Aristóteles sostenía que era incompatible hacer algo que nos realizara y completara y, a la vez, nos pagaran por ello. Trabajar por dinero era algo así como prostituirse.
No fue hasta que llegaron Diderot y d´Alembert, con su Enciclopedia, que se empezó a describir el trabajo cotidiano como hornear el pan o plantar espárragos como actividades gratificantes, formadoras, e incluso inspiradoras.
De repente, las tornas cambiaron por completo, hasta el punto de que el trabajo que se realizaba sin una finalidad económica ya no era un trabajo, ya no pertenecía al ámbito laboral, sino al ámbito de las aficiones, tal y como explica el filósofo Alain de Botton en su libro Miserias y esplendores del trabajo:
A las tareas sin retribución económica se las despojaba de todo significado y se las relegaba a la atención caprichosa de decadentes diletantes. Entonces pareció tan imposible que se pudiera ser feliz e improductivo como antes había parecido inverosímil que se pudiera trabajar y ser humano.
El trabajo asalariado se convirtió en el verdadero trabajo. Si tu actividad no era remunerada, entonces no tenía valor (confundiéndose aquí términos tan distintos como “valor” y “coste”).
TRABAJO ROBOT POR DINERO ROBOT
parece que el dinero es un buen incentivo para que trabajemos, pero no el único incentivo, ni tampoco el mejor incentivo. De hecho, se nos paga precisamente para que hagamos algo que generalmente no nos apetece hacer.
Por ello, es conveniente pagar por un trabajo que nos condena a repetir la misma tarea una y otra vez, cual robot. Este tipo de trabajos, los algorítmicos, se realizan mejor si se cobra por ellos. Pero no así ocurre con los trabajos heurísticos, es decir, los creativos, los que no se basan en recetas o reglas repetitivas. En tal caso, trabajar por dinero reduce la creatividad, tal y como explica Daniel H. Pink en La sorprendente verdad sobre qué nos motiva.
Nos sentimos más motivados para trabajar en una tarea heurística si la motivación nace de nosotros mismos, pero necesitamos de la motivación externa cuando la tarea es algorítmica. Cuando hacemos algo que raramente nos realiza porque nos deshumaniza en el sentido que nos convierte en una pieza de un engranaje.
En resumen, estos son los siete problemas principales de recibir motivación en forma de dinero o de zanahorias cuando abordamos un trabajo heurístico:
Puede eliminar la motivación intrínseca.
Puede reducir el rendimiento.
Puede aplastar la creatividad.
Puede desbordar la buena conducta.
Puede potenciar la trampa, los atajos y la conducta poco ética.
Puede volverse adictivo.
Puede potenciar el pensamiento a corto plazo.
Por supuesto, todo es mucho más complicado, hay pros y contras, e incluso situaciones en las que el dinero ejerce una gran motivación incluso en trabajos heurísticos. Podéis profundizar en todo ello en mi nuevo vídeo de Baker Cafe: