Pienso lo que pienso porque llevo demasiado tiempo pensando en lo que pienso
El efecto del coste hundido, ampliamente estudiado en asuntos económicos, parece que también afecta a nuestro esfuerzo cognitivo.
El pensamiento humano, una vez comprometido, aborrece la noción de desperdicio. Es como un alfarero que, habiendo moldeado una vasija defectuosa, se niega a romperla y en su lugar agrega más arcilla, esperando redimir su obra. Cuando su esfuerzo parece disiparse como el humo, no retrocede; cavila más profundamente, invierte horas adicionales en pozos ya…
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