Sapienciología

Sapienciología

Share this post

Sapienciología
Sapienciología
LOS VOTANTES DE TRUMP SON TAN ESTÚPIDOS… COMO EL RESTO DE VOTANTES

LOS VOTANTES DE TRUMP SON TAN ESTÚPIDOS… COMO EL RESTO DE VOTANTES

Para justificar nuestro voto necesitamos entronizar al escogido y defenestrar al resto con epítetos de brocha gorda. Sin embargo, la ceguera epistémica es omnipresente.

Avatar de Sergio Parra
Sergio Parra
mar 01, 2025
∙ De pago
12

Share this post

Sapienciología
Sapienciología
LOS VOTANTES DE TRUMP SON TAN ESTÚPIDOS… COMO EL RESTO DE VOTANTES
3
Compartir

Trump es un personaje de South Park. Hasta tiene el pelo naranja. Confiar en un tipo así solo puede ser fruto de la desesperación o la idiocia, o quizá ambas cosas, si bien lo común es que votamos simplemente en función de lo que hace la mayoría de los que nos rodean. Sin embargo, no creo que Trump sea particularmente peor que cualquier otro político.

De hecho, los votantes de Trump no tienen nada de especial respecto al resto del electorado.

Cuando analizamos el perfil de los votantes de Trump, lo primero que debemos entender es que la gran mayoría de ellos no surgieron de la nada ni representaron una ruptura drástica con el electorado republicano tradicional. De hecho, en términos estadísticos, la mayoría de quienes apoyaron a Trump en las elecciones presidenciales ya habían votado por los candidatos republicanos en los comicios anteriores. En otras palabras, la base electoral de Trump estaba compuesta, en gran medida, por votantes que previamente respaldaron a Mitt Romney en 2012 y a John McCain en 2008.

Lejos de ser un grupo nuevo o radicalmente distinto, la mayoría de los votantes de Trump eran republicanos habituales, ciudadanos que ya formaban parte del electorado conservador y que, elección tras elección, continuaban apoyando a los candidatos del Partido Republicano.

VOTAR CONTRA UNO MISMO

Detrás de muchas afirmaciones que califican a los votantes de Trump como irracionales subyacen interpretaciones excesivamente simplificadas de la teoría de la elección racional. Una crítica recurrente entre los demócratas es que estos votantes estaban actuando en contra de sus propios intereses. Hace más de una década, esta idea ya fue central en el libro ¿Qué pasa con Kansas? (2004) de Thomas Frank, y desde entonces ha reaparecido con frecuencia en el debate político.

El argumento sostiene que los ciudadanos de bajos ingresos que votan por los republicanos estarían perjudicándose a sí mismos, ya que podrían recibir mayores beneficios gubernamentales si apoyaran a los demócratas. Sin embargo, muchas de estas críticas parten de una premisa implícita: que para que una decisión sea racional, debe estar guiada por el interés propio y que, además, el principal deseo de los votantes es maximizar su bienestar económico.

No obstante, la teoría de la elección racional no establece que las preferencias deban ser exclusivamente egoístas ni que el dinero sea el único factor determinante en la toma de decisiones. Desde esta perspectiva, la idea de que votar en contra del propio interés económico equivale a ser irracional carece de fundamento.

Los liberales que hacen esta crítica a los votantes republicanos de clase trabajadora nunca parecen darse cuenta no sólo de lo inoportuna que es, sino también de lo insultante que es. Su incapacidad para ver el insulto ilustra precisamente en qué se equivocan al evaluar la racionalidad de los votantes de Trump.

Las críticas de ¿Qué le pasa a Kansas? provienen, en su mayoría, de expertos, académicos y activistas altamente instruidos. Tal vez valga la pena plantearles una pregunta sencilla: ¿sus propios votos están guiados exclusivamente por el interés personal y el beneficio económico? La respuesta, sin duda, será negativa. No solo rechazarán la idea de que su voto sea irracional, sino que argumentarán que, en muchas ocasiones, votan en contra de sus propios intereses monetarios con el fin de promover el bienestar de los demás. También dirán que su voto es una expresión de sus valores y de su visión del mundo, que su preocupación va más allá de lo económico e incluye cuestiones como el derecho al aborto, el cambio climático o el control de armas.

Lo que nunca parecen considerar es que los votantes republicanos pueden estar igualmente motivados por principios y valores personales. La actitud del progresista ilustrado que defiende el argumento de ¿Qué le pasa a Kansas? parece resumirse en esta paradoja: "Ningún otro votante debería actuar en contra de su interés económico, pero cuando yo lo hago, no es irracional, porque soy una persona ilustrada".

Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días

Suscríbete a Sapienciología para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.

¿Ya eres suscriptor de pago? Iniciar sesión
© 2025 Sergio Parra
Privacidad ∙ Términos ∙ Aviso de recolección
Empieza a escribirDescargar la app
Substack es el hogar de la gran cultura

Compartir