La sabiduría del autoengaño
Tú no quieres saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
¿Por qué los animales se aparean, gastando esfuerzo y calorías, y a menudo arriesgando sus vidas?
Explicación distal: porque te permite dejar copias de tus genes en la siguiente generación.
Explicación próxima: porque es placentero.
El placer es la forma de enmascarar las explicaciones que no necesitamos conocer.
Para construir un mundo que fomente lo mejor de la naturaleza humana, es esencial que nos guiemos no solo por los principios de la razón, la racionalidad y el rigor científico, sino también por una profunda apreciación y utilización de aquellos aspectos de nuestra mente que se inclinan naturalmente hacia la creación de narrativas, la gestión de símbolos y, sobre todo, la tendencia al autoengaño.
No pretendo descartar la racionalidad (ni abogar por mercachifles y mentirosos), sino más bien sostener que el autoengaño, a pesar de su potencial destructivo, puede tener un rol en promover nuestro bienestar. Que la razón y la racionalidad anticipen el futuro no implica que sean suficientes para asegurar el bienestar humano.
En vez de procurar erradicar el autoengaño, sería más provechoso reflexionar sobre su función y cómo podemos utilizarlo a nuestro favor. Deberíamos preocuparnos menos por la dicotomía entre lo verdadero y lo falso, y centrarnos más en cuestiones más complejas: ¿Qué impacto tiene el autoengaño? ¿A quién beneficia? ¿Los beneficios compensan los riesgos?
Las gafas polarizadas del autoengaño
Cuando las personas reciben distintos datos para compartir con una audiencia, suelen elegir aquellos que más se alinean con las creencias ya existentes de esa audiencia. El psicólogo social E. Tory Higgins observó que en esta interacción, donde los hablantes buscan agradar y el público valora a quienes reflejan sus propios puntos de vista, ocurre un fenómeno interesante.
Los hablantes, tras seleccionar y compartir ciertos mensajes, terminan convenciéndose de que esos hechos representan realmente sus propias creencias. Higgins denomina a esto "sintonización con la audiencia".
No se limita a los políticos que nos dicen lo que queremos escuchar. Al hacerlo, ellos mismos empiezan a creer en esas ideas. Se ha postulado que esta capacidad de creer en nuestras propias falsedades, lo que nos permite mentir más eficazmente, podría ser el origen evolutivo del autoengaño humano.
Depresión y verdad
La depresión, en ocasiones, te saca a empellones de la cueva de Platón. Te expone al frío e ingrato frío del exterior, lejos del calor de los tuyos, extramuros de las familiares sombras engañosas que danzan a tu alrededor.
La prueba del nado forzado es un experimento comúnmente utilizado en investigación farmacológica para evaluar la eficacia de antidepresivos en animales, generalmente roedores.
En este test, el animal es colocado en un recipiente con agua de la que no puede salir. Se observa su comportamiento durante un periodo determinado, generalmente algunos minutos. La idea es que un animal que se rinde y deja de intentar escapar muestra signos de "desesperación", similar a la depresión en humanos. Si un fármaco antidepresivo es eficaz, se espera que el animal muestre más "comportamientos de lucha", como nadar o intentar escapar, en lugar de inmovilizarse.
Estar sano mentalmente, a este respecto, se parece bastante a la idea de luchar hasta el final, aunque sea inútil.
Estar sano mentalmente es, en cierto modo, un tipo de autoengaño.
En un estudio ya clásico en el que se podía inducir en las personas un sentimiento de "voluntad ilusoria", un subgrupo de sujetos pudo resistirse a esta manipulación: quienes sufrían depresión clínica.
Comúnmente se asocia la depresión con una percepción distorsionada de "impotencia aprendida", en la que se interpreta erróneamente un fracaso pasado como un destino ineludible. Sin embargo, este estudio reveló que las personas con depresión no presentaban una distorsión en su percepción, sino que estimaban su control sobre las situaciones de manera más precisa en comparación con las sobreestimaciones habituales.
Estos resultados apoyan la idea de que en ciertos contextos, los individuos deprimidos no están distorsionando la realidad, sino que pueden ser considerados "más tristes pero más sabios".
La depresión puede definirse como una pérdida patológica de la capacidad para racionalizar la realidad. Por ello, podría ser mejor creer en ella de todas formas. La verdad no siempre libera; existe una relación compleja entre verdad, salud mental y bienestar, un tema ampliamente explorado en la literatura sobre la psicología del estrés.
Control y ansiedad
Someter a un individuo a choques eléctricos impredecibles genera una respuesta de estrés. Sin embargo, si se avisa diez segundos antes de cada descarga, la reacción al estrés disminuye, ya que la anticipación proporciona tiempo para prepararse. Una advertencia de un segundo antes resulta casi inefectiva.
Curiosamente, un aviso con un minuto de antelación puede intensificar el estrés, transformándolo en un prolongado temor anticipatorio. Así, la información predictiva y precisa puede reducir, aumentar o no afectar el estrés psicológico, dependiendo del contexto. Esta es otra muestra de nuestra compleja relación con la verdad.
Cuando las acciones de una persona causan un resultado ligeramente negativo, enfatizar el control que tenía ("Piensa en lo malo que podría haber sido, afortunadamente tenías el control") puede aliviar su estrés. Pero si el resultado es desastroso, a veces es más humano minimizar la responsabilidad ("Nadie hubiera podido detener el auto a tiempo, dada la manera en que salió corriendo ese niño").
La verdad, en ciertas situaciones, puede ser incluso perjudicial. Por ejemplo, un paciente gravemente quemado en una sala de emergencias, preguntando por su familia, podría no estar preparado para enfrentarse a una verdad devastadora.
Como señalan algunos biólogos evolutivos, una de las razones por las cuales los humanos han sobrevivido, siendo capaces de procesar verdades complejas sobre la vida, es haber desarrollado una fuerte capacidad para el autoengaño.
Di toda la verdad pero dila sesgada
El éxito descansa en el rodeo
Demasiado brillante para nuestro débil deleite
La extraordinaria sorpresa de la verdad
Con amabilidad para que se apacigüe
La verdad debe deslumbrar gradualmente
O todos quedarán ciegos
Como un relámpago ha de explicarse a los niños
Emily Dickinson (1830 – 1886)