Los ricos tienen una mayor heredabilidad del cociente intelectual que los pobres (sobre todo en Estados Unidos)
Nuestra psicología mantiene de forma más eficaz las fronteras culturales a través de normas y tradiciones que las fronteras genéticas mediante la prevención de los matrimonios mixtos.
Los estadounidenses más ricos tienen una mayor heredabilidad. El cociente intelectual es hereditario en alrededor del 50% en general. Pero en Estados Unidos, la heredabilidad del cociente intelectual es mayor entre los ricos (alrededor del 70%) y menor entre los pobres (alrededor del 10%).
Para explicar esta disparidad, primero hemos de entender qué significa “heredabilidad”.
HEREDABILIDAD NO ES HERENCIA
La heredabilidad se parece mucho a la herencia, pero no es lo mismo. Cuando decimos que el cociente intelectual es hereditario en un 50%, muchos asumen que esto significa que el 50% de la inteligencia proviene de los genes de tus padres y el 50% de algún otro lugar, como la escuela o algún otro aspecto del medio ambiente. Pero esto no es así en absoluto.
La heredabilidad se refiere al grado en que la variación en una población es predicha por la variación en los genes. Por ejemplo: ¿cuál crees que es la heredabilidad del número de dedos? Si piensas en la heredabilidad como herencia genética, asumirías cerca del 100%.
Existe una probabilidad abrumadora de que tanto tú como tus padres tengan diez dedos. Si tienes más, sufres de polidactilismo, que a veces es dominante, pero poco común. Si tienes menos, probablemente los habrás perdido en un accidente.
Casi toda la variación en el número de dedos no está predicha por genes, sino por accidentes ambientales que causan la pérdida de dedos. Y casi todas las personas tienen genes que dan como resultado diez dedos. Y por tanto hay muy poca variación en el rasgo y muy poca variación en los genes.
La misma lógica se aplica a la heredabilidad de rasgos cognitivos.
RICOS Y POBRES
La lección aquí es que la heredabilidad no es sólo un producto de lo que se transmite genéticamente (obviamente, el número de dedos es altamente genético), sino también de la variación en el rasgo y la variación en los predictores.
Por consiguiente, la diferencia entre escuelas, entornos familiares, grupos sociales y barrios es menor entre los ricos que entre los pobres. La diferencia entre la escuela de élite A y la escuela de élite B es menor, por lo que es poco probable que un niño de una familia rica tenga un ambiente significativamente mejor que otro niño de una familia rica diferente.
Entre los estadounidenses más ricos, la cultura y el medio ambiente proporcionan información más similar y, por lo tanto, los genes predicen una mayor parte de las diferencias en los resultados. De hecho, en un mundo utópico donde todos tuvieran las mismas oportunidades, el mismo entorno, las mismas circunstancias familiares y acceso a los mismos recursos, la heredabilidad genética se acercaría al 100%. Incluso se podría argumentar que una mayor heredabilidad es una medida de igualdad de oportunidades para ese rasgo.
En cambio, entre los estadounidenses más pobres las diferencias pueden ser enormes y a menudo se deben al azar. Un niño de una familia más pobre puede tener un entorno y un conjunto de oportunidades significativamente mejores que otro niño de una familia igualmente pobre, no basándose en sus genes sino en la suerte de la lotería de la vida, incluido el vecindario en el que vive y los servicios sociales disponibles. Como resultado, los genes predicen menos diferencias en los resultados.
Entonces ¿qué se esperaría ver respecto de la heredabilidad del cociente intelectual en países más igualitarios o donde el aporte educativo es más uniforme (lugares como
Europa y Australia)? Así es: hay poca o ninguna diferencia de heredabilidad entre ricos y pobres en Europa y Australia.
MEJORANDO EL CI DE LOS POBRES
Por todo ello, a la hora de mejorar el CI de los pobres debemos introducir características que ya son omnipresentes en las comunidades más ricas. Por ejemplo: administrar micronutrientes a los niños y a las madres embarazadas tiene efectos enormes en las comunidades más pobres, pero efectos menores o inexistentes en las comunidades que obtienen esas vitaminas de suministros alimentarios fiables.
De manera similar, la mentalidad de crecimiento (enseñar a los niños que las habilidades y los logros no son fijos y que pueden desarrollarse mediante el trabajo duro, los buenos principios y el aprendizaje de los errores) a menudo no logra replicarse, pero donde sí muestra efectos es en las comunidades más pobres.
HARDWARE Y SOFTWARE
Por ahora, no hay argumentos sólidos para que los genes expliquen las diferencias en los resultados cognitivos o de otro tipo entre los grupos, pero sí hay argumentos sólidos para el papel de la cultura.
La cultura puede moldear nuestro hardware: exposición a la contaminación, malas dietas, enfermedades, plomo (que sigue siendo un problema grave en muchas partes del mundo, incluido el agua potable del Reino Unido), nutrición insuficiente y exposición al tabaquismo.
La cultura da forma al entorno de adquisición cultural: la estabilidad de las familias, la exposición a ideas y conocimientos, el valor de la educación y la motivación para el trabajo duro. Y la cultura, en última instancia, da forma al software, las herramientas mentales que adquirimos y luego utilizamos para pensar.
Debemos estar preparados para afrontar que quizá sí que haya diferencias genéticas entre, por ejemplo, distintas etnias. Pero, al menos de momento, todo parece indicar que nuestra psicología mantiene de forma más eficaz las fronteras culturales a través de normas y tradiciones que las fronteras genéticas mediante la prevención de los matrimonios mixtos. O dicho de otro modo: la raza es un correlato imperfecto de lo que realmente importa, que es la cultura y la afiliación grupal.